entrevista – CLAVE http://clave-escritores-valencia.es Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios Fri, 29 Aug 2025 21:17:22 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.20 Arantxa Esteban en el espacio «Palabra de poeta» del programa de radio ‘Pegando la hebra’ http://clave-escritores-valencia.es/arantxa-esteban-en-el-espacio-palabra-de-poeta-del-programa-de-radio-pegando-la-hebra/ Fri, 29 Aug 2025 21:17:22 +0000 http://clave-escritores-valencia.es/?p=1425 »more]]>

«Nacida en Alcora, (Castellón, España)), es licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en Lleida. Profesora de Enseñanza Secundaria y ciclos formativos en Benicàssim, lugar donde reside. Es escritora de narrativa y poeta. Ha pertenecido a diferentes grupos poéticos como Alcap, donde fue secretaria y parte del Consejo de redacciónEl sueño del Búho o Poetas sin sofá. En la actualidad forma parte de la directiva de CLAVE, Asociación Valenciana de Escritores y Críticos literarios. Ha participado en talleres con Carlos Marzal y Rosario Raro.

Es autora del libro de relatos La voz conversa, ha publicado relatos y microrrelatos en numerosas antologías, y ha sido finalista con un microrrelato en el certamen Twinings, historias de té, revista Qué leer (2004); en los organizados por CLAVE en el IV y V Premio Internacional de relatos de Mujeres Viajeras, Casiopea y en el Certamen de relatos contra la violencia machista convocado por el Ayuntamiento de Terrassa. Como poeta, es autora de los poemarios Y si me define el aguaEl Sueño del Búho (2020), Salir de la noche en el libro Eyeliner, edit. Hades, (2012) junto con otras dos poetas.  Ha participado en las antologías poéticas, Segundo peldaño,Textos literarios para la Educación EmocionalErotizHadas, Antología Internacional de Mujeres Poetas “Grito de mujer”Antología de poesía de escritoras del Mediterráneo, Mediterráneas y en Diálogos mediterráneos. Ha publicado en revistas literarias: como Barcarola, Qué leer, Asociación con la A, revista MoonMagazine, Poetas sin sofá, Azaharanía, Alcap etc.».

Fuente del texto:

Arantxa Esteban, escritora de poesía y narrativa, en el espacio de PLH, Palabra de poeta

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Entrevista a Rafael Soler en el programa ‘La hora cultural’ de RTVE http://clave-escritores-valencia.es/entrevista-a-rafael-soler-en-el-programa-la-hora-cultural-de-rtve/ Sat, 25 Jan 2025 09:38:02 +0000 http://clave-escritores-valencia.es/?p=1135
Entrevista al escritor Rafael Soler en el programa de RTVE LA HORA CULTURAL,  con motivo de la publicación de su novela LA PISTOLA DE MI PADRE (Contrabando, 2024).
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Entrevista a Juan Luis Bedins http://clave-escritores-valencia.es/entrevista-a-juan-luis-bedins/ Wed, 09 Oct 2024 00:43:13 +0000 http://clave-escritores-valencia.es/?p=990 »more]]>

En el suplemento cultural Viu València (p. 6), que se integra en El Periódico de Aquí (edición Valencia, octubre de 2024), se ha publicado una entrevista a Juan Luis Bedins, escritor, poeta y presidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE). En la misma, Bedins da cuenta de la actividad de CLAVE, de su labor como gestor cultural, así como de su próxima publicación como escritor, el poemario Incierto perfume.

 

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Entrevista a Rafael Soler http://clave-escritores-valencia.es/entrevista-a-rafael-soler/ Mon, 13 Sep 2021 21:32:00 +0000 http://clave-escritores-valencia.es/?p=610 »more]]>

Rafael Soler Medem

Quiero empezar destacando un hecho ejemplar que deberían tener en cuenta los escritores jóvenes deseosos de publicar un libro tras otro, de escribir con urgencia antes que leer y formarse adecuadamente, y es que Rafael, después de iniciarse como un escritor exitoso, eso que llaman una joven promesa, dejó de publicar durante casi un cuarto de siglo. Para nuestro autor, él lo ha declarado muchas veces, el camino de escritor se hace leyendo mucho, escuchando, y, sobre todo, con vocación de riesgo. Pero Rafael no dejó de leer ni escribir durante esa dilatada pausa, y ya en la madurez volvió a publicar y afortunadamente no ha parado.

Después de la exitosa publicación de El último Gin-tonic, Rafael Soler regresa a la narrativa con Necesito una isla grande (Ediciones Contrabando, valencia, 2019), una novela de 177 páginas concebida como una road movie plena de humor, ironía, espíritu crítico, ternura y hallazgos líricos. Podría leerse también como una novela de iniciación que no tiene como protagonistas a niños, jóvenes o adolescentes, sino a un grupo de ancianos insurrectos que deciden fugarse de la residencia de ancianos donde están recluidos, dirigida con manu militari por la tiránica doña Asunción. Aunque cómo advierte el autor Necesito una isla grande «no es una novela de ancianos. Esta es una novela de jóvenes, aunque hayan pasado todos de los setenta».

Un golpe de fortuna, pero con un tinte negro, les empuja a emprender la fuga. Pulga sufre un infarto cuando anuncia que la suerte ha llamado a su puerta al ganar el segundo premio de la lotería. Le llega la inoportuna muerte precisamente cuando le han tocado doscientos mil euros en el segundo premio de la lotería. Premio que podrán disfrutar sus amigos, pues Pulga jugaba a medias. A partir de ese momento empieza a fraguarse el plan de huida y es Panocha quien lidera el grupo. La pandilla de viejos libertarios se lanza a la carretera en una furgoneta buscando esa isla grande que simboliza sus sueños olvidados y sus esperanzas imposibles, sus deseos y sus pasiones, sus recuerdos más decisivos. Todos “están en derrota, pero nunca en doma”, parafraseando un verso de Claudio rodríguez que Rafael Soler suele citar. La pintoresca pandilla está formada por Panocha, comandante en jede, y otros cuatro ancianos amigos de Pulga: Coronel, Carmina, Tomás y Rocky. Inopinadamente se unen “a los cinco magníficos” Julián, hijo de Tomás, y Cris, que está haciendo el doctorado y huye de un novio posesivo “alto, musculoso, furioso”, llamado Alberto. Hay otros personajes, digamos secundarios, como Begoña, la enfermera enternecedora que secunda a los fugados, el Comisario Jefe Abraham Deza Otero, o la madame Mari Tere.

El maravilloso viaje hacia el horizonte azul de la libertad está contado con una prosa acendrada de alto voltaje lírico y un ritmo trepidante. Se trata de un canto a la resistencia y un sí incondicional a la independencia del ser humano en una sociedad, la nuestra, que considera a los ciudadanos sujetos de obediencia y rendimiento adiestrados desde pequeños para alcanzar el éxito. De modo que los ancianos, al no ser productivos y, por tanto, no aptos para el sistema se les niega toda iniciativa y son arrinconados, invisibilizados excluidos en residencias de ancianos (eufemismos de asilos) como la “que acoge” a Panocha y compañía

Rafael ha declarado en algunas ocasiones que «un libro es bueno cuando conmueve al lector, cuando le concierne, cuando le golpea el corazón, cuando lo emociona». Necesito una isla grande cumple esas premisas.

Rafael Soler (Valencia, 1947), poeta y narrador nacido en Valencia en 1947, es ingeniero y sociólogo y ha sido profesor de “Urbanística y Ordenación del Territorio” en la Universidad Politécnica de Madrid.

Tiene publicados cinco libros de poesía: Los sitios interiores (1980, accésit del Premio Nacional Juan Ramón Jiménez), Maneras de volver (2009), Las cartas que debía (2011), Ácido almíbar (2014, Premio de la Crítica Literaria Valenciana) y No eres nadie hasta que te disparan (2016). También es autor de tres antologías: Pie de página (2012), La vida en un puño (2012) y Leer después de quemar (2019).

Como narrador ha publicado cinco novelas más la que nos ocupa, que es la sexta: El grito (1979, Premio Bienal Ámbito Literario), El corazón del lobo (1981, Premio Cáceres), El sueño de Torba (1983) Barranco (1985) y El último Gin tonic (2018), y dos libros de relatos: “Cuentos de ahora mismo” (1980) y “El mirador” (1981).

Ha participado en festivales poéticos y encuentros celebrados en Europa, Hispanoamérica y Asia. Obra suya ha sido traducida y publicada en inglés, italiano, húngaro, rumano, macedonio y japonés.

-¿Cómo has vivido la cuarentena? ¿Cómo sociólogo qué esperas del futuro post Covid-19?

Con expectante resignación, por no haber otra. Una situación nueva para todos, que abría la puerta a muchos interrogantes: ¿he vivido como me propuse vivir cuando todo era posible? ¿Voy/vamos en una dirección equivocada? ¿Pinta el futuro tan sombrío como dicen? ¿Cuándo veré de nuevo el mar? ¿Por qué hablo tan poco con mi padre?

Quizá los escritores hemos jugado con alguna ventaja, pues de alguna manera vivimos a ratos en una especie de “confinamiento voluntario”, cada uno en lo suyo, porque escribir es siempre soledad bien llevada. Han sido unos meses raros, muy de ordenar papeles, revisar proyectos, anotar sensaciones. Hay quienes han escrito casi del tirón una novela, o un libro de versos; otros, y tengo la impresión que son mayoría, han estado más en verlas venir y poner al día lecturas atrasadas.

¿Marcará esta pandemia un antes y un después en nuestras vidas? El teletrabajo, y una creciente presencia digital en nuestras relaciones son fenómenos que vienen para quedarse. Soy de los que piensan que más que cambiar algo, esta pandemia acentuará lo que ya tenemos: brecha cultural, social y económica. Resulta muy descorazonador constatar que la gente no cambia, por mucho que lo invoquemos. El codicioso, seguirá siéndolo; la clase política, tan falta de grandeza, seguirá mirándose su bien remunerado ombligo; los estúpidos seguirán haciendo daño sin un fin concreto, estúpidamente; y la buena gente, que son mayoría, estarán a verlas venir para llegar de la mejor manera posible a fin de mes.

 -¿Cómo surgió la idea y la necesidad de escribir tu sexta novela y por qué el hermoso título Necesito una isla grande?

He frecuentado los asilos desde hace muchos años, y siempre me interesó el trasfondo de esas miradas que te acompañan cuando acudes a visitar a un familiar o a un conocido. Un asilo, como sucede también con los mercados, los aeropuertos y los tanatorios, es un caladero de personajes con su historia. Basta pasar allí un rato y enseguida se cruzará alguien que parece decirte “aquí está mi cicatriz, cuéntaselo a quien quieras”.

Soy partidario de títulos sugerentes, con fuerza y múltiples lecturas. Este lo es. Todos necesitamos una isla.

 -Destaca en la novela, sin menoscabo alguno de los hallazgos narrativos, el intenso lenguaje lírico. Se nota que el autor es un poeta.

Por encima de todo, poeta. Soy un poeta que también escribe novelas, y van seis a la chita callando. La Poesía es el género, todo está ahí, y a ella volvemos en momentos de tribulación, cuando pintan bastos o disfrutamos de una corta buena racha. Dicho esto, nada más gratificante que escribir una novela cuando ya tienes el tono, y puedes construir una historia que te prende y te acompaña al baño, a la barra del bar, al despacho, y así un mes con otro en este perro mundo que te toca vivir, y en el tuyo, que es otro y muchísimo mejor, dónde va a parar, con sus palmeras, y su isla, si la tiene.

 -La crítica ha destacado, y estoy completamente de acuerdo, el tratamiento cinematográfico de los 28 capítulos de tu nueva novela. Ritmo ágil, diálogos chispeantes, ingeniosos, incisivos recursos como flashback o analepsis y referencias cinéfilas. De hecho, está planteada como una road movie. Me la imagino llevada al cine convertida en un largometraje.

Amo el cine desde que vi, en una pantalla al aire libre en Jávea “Cuando ruge la marabunta”. Corría el año de gracia de 1958, servidor tenía once añitos y esa noche volví a casa con claros síntomas de adicción irrecuperable: dormí poco, y a la mañana siguiente estaba apostado junto a la pared encalada donde escribían con tizas de colores en una pizarra el título del día.

Sería formidable que esta novela pasara al cine, flashback incluidos. La novela, deliberadamente, es muy visual, y los diálogos forman parte esencial de su arquitectura.

 -A la pandilla de ancianos fugados de la residencia se suman dos adultos jóvenes creándose una convivencia intergeneracional muy peculiar, pues todos ellos han sentido el regusto amargo del fracaso y les mueve las ansias de libertad y la necesidad de expurgar de rutinas, de inercias, la realidad cotidiana. El líder del grupo, Panocha (que no por casualidad se llama Liberto) dice que «la vida hay que vivirla a la manera de los cuerdos de atar».

Panocha sabe de lo que habla. Si supiera qué significa, se tatuaría en la muñeca Carpe Diem. Con algo de pasta filipina en su cartilla, Panocha tomaba las de Villadiego, “ahí os las den todas”, para largarse lejos de esa bruma de resignación que envuelve cada tarde a la Residencia. Panocha es un rudo de corazón sensible, un soñador en expectativa de destino, un inconformista genético. Y cuando por fin le toca un buen pellizco a la lotería decide tirar por la calle de en medio, y llevarse a los suyos para salir al mundo antes de que les saquen del mundo, como ya pasó con tantos otros que dejaron vacía su silla en el comedor.

Y luego están los jóvenes, Cris y Julián. Cris sube a la furgoneta encantada con dejar por unos días a su novio Alberto, tan pesadito, tan irascible, tan aquí te pillo aquí te mato. Además, su nuevo y fulminante ligue Julián pertenece a la categoría de cuarentones inseguros, por no decir cuarentones que no saben lo que quieren pero lo quieren todo, y ella está lo que se dice harta de yogurines con pulserita en la muñeca y barba de tres días.

Con estos mimbres no resulta difícil hacer un cesto.

 -A mi parecer, Pulga es uno de los personajes principales de Necesito una isla grande, pues su muerte (irónicamente la suerte de la lotería le sonríe cuando la Parca ya está de camino) propicia la rebelión de sus compañeros, que con el importe del premio deciden escapar de la tiranía doméstica de la residencia. Pulga muere en el primer capítulo, pero es un personaje omnipresente. Jesús Zomeño dijo en la presentación de tu novela en Orihuela que Pulga es el auténtico protagonista del libro, pues «está detrás de todo lo que hacen los demás. La novela, en el fondo, es el relato de cómo reaccionan todos ante la muerte de su amigo».

Le estoy muy agradecido a Jesús, compañero de editorial y magnífico narrador. Y pocos como él han visto la importancia de Pulga en esta historia.

Si se hiciera algún día la peli, que ojalá, descubriríamos que Pulga tiene bien visible en su cuarto un poster de Carlitos y Snoopy, junto a otro de Úrsula Andress saliendo del agua con su bikini blanco en “Agente 007 contra Dr. NO”. Snoopy es un perro sabio, que sabe dar la respuesta apropiada a Carlitos cuando dice “Un día nos vamos a morir”, contestando rotundo “Cierto, pero los otros días no”. Es un poster refugio, un poster cinco tenedores de los que te hacen la vida más fácil, aunque la vida se escape por todas las costuras, un poster al que acude Pulga cuando pintan bastos, señalando con su índice la frase de Snoopy para tomar impulso: “hoy parece que no, compañeros, así que acabemos este oporto que está diciendo bébeme”. Viéndolas venir, Pulga es el artífice de un pacto a tres con Tomás y Coronel: el primero en desfilar tendrá al menos el consuelo de sentirse acompañado por los otros dos hasta su definitivo adiós en el cementerio, sin excusa posible, ni remilgos ni llantinas. Encontramos a Pulga ya tramitado en la página dos de la novela, pero seguirá muy presente hasta el desenlace final, cuando da la bienvenida a Tomás en su tránsito:

– No intentes levantarte, muchacho – pidió Pulga con su voz de hidrógeno en estado puro.

– Coño, Pulga.

– Reserva tu fuerza, compañero. El primer día siempre es el peor.

 Pulga, dicho queda, es mucho Pulga, y sus amigos subirán a la furgoneta haciéndole un sitio de honor en sus conversaciones.

 -También hay dos personajes de gran relieve que aparentemente tienen menos protagonismo: Carmina, escritora vocacional que tendrá especial relevancia en los capítulos finales, y el exboxeador Rocky, púgil fracasado con 5 victorias e innumerables derrotas.

Afable, discreta, con sentido del humor, Carmina llegó hace unos años a la Residencia, entablando enseguida amistad con Panocha y Tomás. Buena conversadora, prefiere escuchar a los demás, llevando el hilo de la charla con pequeños asentimientos de cabeza, “cuéntame, qué interesante”, y dejando siempre para otro día cuanto a ella se refiere. Sabemos que fue profesora, que vivió por algún tiempo en Lyon – ¿qué hacía una joven Carmina en Lyon? -, y que algún novio pasó con daño por su vida. Carmina escribe mucho mejor que Soler, dicho esto sin ánimo de molestar a nadie, y las diez narraciones que se recogen en la novela cumplen tres fines distintos: ayudan a completar la definición de los personajes, introducen reflexiones que enriquecen la trama principal, y dan las claves de las dos historias que llevan en las entretelas de su corazón Tomás y ella misma.

Poco dado a la charla por no poner en evidencia sus retardos verbales (6 segundos para preguntas inesperadas; 15 si alguien, desconsideradamente, le interrumpe; 30 con el estómago vacío y ni siquiera un plátano que llevarse a la boca) Rocky asiente cuando le hablan con leves movimientos de cabeza, que quisieran ser cómplices aunque resulten para sus interlocutores desconcertantes, posiblemente porque también llegan con retardo. Superviviente, solitario, de corazón sencillo y muy necesitado, Rocky sube a la furgoneta con ilusión, aunque no sabe muy bien por qué.

 -Juan Carlos Lozano, en el blog Frutos del tiempo escribe los siguiente: «Habrá quien diga que Necesito una isla grande es una novela crepuscular, aunque para mí es un relato luminoso. La vida es también el tema principal en la obra de Rafael Soler. Como ha dicho alguna vez nuestro autor, ya que “nos nacen” y “nos mueren”, por lo menos seamos soberanos de nuestro destino».  Estoy de acuerdo con Juan Carlos. Creo que has escrito una novela muy vitalista, llena de humor ironía y ternura.

También yo estoy de acuerdo con Juan Carlos, y reconforta saber que tan buen poeta haya visto en la novela, por así decirlo, un canto a la vida. Después de todo, vivir es un asunto personal, con sus aciertos y errores, y solo cuando llegas das por cumplido lo vivido. Y en eso estamos todos.

 -El viaje de los fugados no es muy largo, unos trescientos kilómetros de recorrido en una furgoneta por una geografía indefinida. ¿Un viaje tan corto da para mucho, ¿no?

La duración de un viaje se define, sobre todo, por su intensidad. Hay viajes muy cortos que duran una vida, y viajes largos que pasan de puntillas sin apenas dejar huella. Esta novela cuenta el viaje que todos deseamos hacer, un viaje a la libertad, al cambio de vida, a ese loft con vistas que nos espera no sabemos dónde y para que todo sea posible.

 -En nuestra sociedad del rendimiento no hay muchas novelas que reivindiquen el papel de la tercera edad, ¿estás de acuerdo?

Pudiera ser, no estoy seguro. Pero ojo, esta no es una novela de ancianos. Esta es una novela de jóvenes, aunque hayan pasado todos de los setenta.

 -Siempre has escrito, pero estuviste veinticinco años sin publicar y tu silencio creo que es un ejemplo a tener en cuenta en estos tiempos de sobreabundancia de autores y autoras prolíficos obsesionados con publicar. Sin embargo, últimamente estás en racha. En 2018 regresaste a la literatura con tu novela El último gin-tonic, y a esta le han seguido tu magnífica antología de poemas Leer después de quemar y la novela que nos ocupa.

Digamos que ahora toca poner al día con ISBN aquello de lo escrito que, quizá, merezca perdurar.

 – Reconforta saber que hay narradores como tú que no buscan que sus textos sean guía única de rendimiento comercial, y editoriales independientes y selectas, como la valenciana Contrabando, que apuestan por la buena literatura sin plegarse a la dictadura del mercado literario.

Un aplauso para Manuel Turégano y para su equipo. Necesitamos editoriales rigurosas, atentas a cuanto se escriba con rigor, con lenguaje, con riesgo.

 -Actualmente eres vicepresidente Vicepresidente 1º de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE). ¿qué importancia tiene esta asociación? ¿Cuál es su papel?

 Estamos centrados en la defensa de los derechos del escritor, y las posibles mejoras a nuestra situación actual y la percepción que de nosotros tiene la sociedad. Compatibilidad de percepción de ingresos por derechos con la pensión, redacción de un Libro Blanco que define los principales problemas al día de hoy de escritores y traductores, representación en foros nacionales e internacionales son algunas de nuestras principales ocupaciones.

 -¿Tienes próximos proyectos literarios?

Sigo escribiendo, siempre desde un saludable desconcierto. El tiempo dirá.

 

Autor de la entrevista: José Luis Zerón Huguet

Publicada en: `Las nueve musas. Artes, Ciencias y Humanidades´

Rafael Soler, el viaje que todos deseamos hacer

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Entrevista a José Payá http://clave-escritores-valencia.es/entrevista-a-jose-paya/ Sat, 11 Sep 2021 02:19:47 +0000 http://clave-escritores-valencia.es/?p=603 »more]]>

José Payá Beltrán

Es tranquilo, muy tranquilo. Ahora es verano y no imparte clases. Su teléfono móvil es únicamente para emergencias, de esos de persona mayor. No usa whatsapp. El correo electrónico lo mira cuando puede, o cuando quiere, que no es siempre, porque siempre hay cosas más importantes. Al hablar va midiendo sus palabras y se queda en silencio observándolas, como si las oyera por primera vez, como si las disfrutara una a una. Vive en el campo y cultiva patatas y tomates, que ata con mimo a las cañas. Es lo que tiene ser inteligente. Tiene un doctorado en Filología Hispánica con una tesis sobre el teatro español de la posguerra. Publica artículos en revistas especializadas y lee una media de libros al año al alcance de muy pocos mortales.

—Te preguntarás por qué recomendamos ahora Morirás muchas veces, que es de 2016… Pero es que todo lo que se habla de ella es bueno y sentíamos que nos estábamos perdiendo algo.

—Frente a otros productos, las novelas nunca caducan, ni las películas, ni las canciones, ni los cuadros, ni ninguna obra artística, claro. Así que ahora, en 2021, que estemos hablando de una novela publicada en 2016 no supone nada malo. Todo lo contrario, siempre que se trate de halagos… bienvenidos sean. La novela se publicó en 2016, en formato de papel, en la editorial alicantina Agua Clara, pero vio su versión digital un par de años más tarde, en Click Ediciones. Lo cierto es que me extrañó que no se comentara más en su día, porque coincidió con el estreno, en el cine, de El caso Fischer cuya historia también aparece en mi novela. Son coincidencias… Imagino que el hecho de publicar en editoriales pequeñas y de provincias, limita mucho la promoción de la obra, por eso la labor de estas páginas, Roberto, es tan de agradecer para los autores poco conocidos.

—Esta novela es una historia muchas veces contada, sobre poderosos y gente corriente, con muchos personajes entrecruzados y con un ritmo vertiginoso.

—Pienso que a estas alturas ya no hay historias originales. Hace varios milenios lo escribió el autor del Eclesiastés: “No hay nada nuevo bajo el sol”. Imagínate ahora mismo… Creo que el valor de una obra reside no tanto en la idea que desarrolla como en la forma en que el autor la desarrolla. En ese sentido, Morirás muchas veces incide, como tú has dicho, en una historia sobre el poder, los poderosos… y el resto de los mortales, que somos, generalmente, unos pobres desgraciados. Es una historia mil veces contada… pero a la que he intentado dar un nuevo giro, más frescura, cierto juego de perspectivas y focalización, sus toques de humor, un final abierto para los personajes… que no para los lectores.

—Y de toda esa gente, es el lector el que más conocimiento tiene de todo lo que sucede, el que tiene la visión más global.

—Como lector de novelas de misterio, siempre me ha molestado que el autor se guardase algunas claves para luego sorprender al lector, a través de la disquisición última del detective de turno. Basta recordar a Holmes, Poirot y a otros. Desde Puzzle de sangre tomé la decisión de darle una vuelta a la tortilla: esta vez será el lector quien sepa siempre más que los personajes, que todos los personajes. En ese sentido, el lector se parece mucho al autor, pues ambos son omniscientes. Repetí esta técnica en Un elenco de perros y en Morirás muchas veces, donde los personajes tienen conciencia de sus actos y pensamientos, pero desconocen todo lo que concierne al resto y son incapaces de unir todas la teselas del mosaico… El lector, en cambio, sí es capaz de poseer una visión completa y, por ello, de tener un sentido pleno.

—¿De dónde te surge esta novela?  

—Originalmente la idea primigenia surgió de una imagen que reproduzco en los capítulos iniciales: vi a un policía en cuclillas, sobre un césped húmedo, imaginando que el asesino, tras acabar con su víctima, se había entretenido regando… Fue como una especie de flash, de relámpago que se me quedó incrustado en pensamiento y que necesitaba una historia donde engarzarlo. Como también son muy aficionado al ajedrez, pensé en la figura enigmática y excéntrica de Bobby Fischer y me dije que tampoco vendría mal buscar una ficticia hipótesis a su extraño comportamiento. Lecturas, películas… todo contribuyó para ir construyendo esta novela que, cuando uno se acerca a ella, comprueba que está formada por dos relatos paralelos en lugares y tiempos distintos y muy alejados, donde encontramos líos de espías en plena Guerra Fría y tejemanejes de oscuras organizaciones.

—¿Te suelen surgir este tipo de tramas mientras vas encañando los tomates o amarrando las lechugas de tu huerto?

—Ja, ja, ja… Lechugas no planto. Tomates y patatas sí. Me gusta mucho la tierra y vuelvo a ella siempre que puedo. Me encanta el trabajo manual y, a ser posible, solitario; me relaja y me permite, también, disponer de tiempo y tranquilidad para que mi pensamiento resuelva dudas o imagine historias. Más de algún momento de mis novelas y algún que otro cuento ha surgido en mi mente mientras vareaba olivas o labraba la huerta… Leo mucho, trabajo como profesor de secundaria… Necesito y busco esos momentos plenamente físicos que me permitan dejar a un lado el trabajo intelectual. Y como no soy deportista… pues busco alternativas donde sudar tanto o más.

—Llevas escribiendo toda la vida. Tu primera novela Castilla o los veranos (2004) es muy distinta, podría calificarse como costumbrista

—Toda la vida es mucho tiempo… pero sí. Conservo cuentos que escribí a los ocho o nueve años. Aunque creo que es lo normal en todos los que estamos heridos por este aguijón de la literatura, ¿no? En cuanto a Castilla o Los veranos, sí. No he vuelvo a publicar nada parecido: se trata de una novela que podía calificarse como tú lo has hecho, costumbrista… pero también social o realista, aunque con muchos toques líricos. Era una especie de deuda pendiente que tenía con mi familia paterna que, durante la primar mitad del siglo XX, se dedicó a recorrer la geografía española elaborando tejas. Habrás apreciado que dicho que no he vuelto a publicar nada parecido… Lo cual no quiere decir que no lo haya escrito. De hecho ahora estoy trabajando en una obra que se aleja de la novela de misterio…

—En 2007, con Destilando fantasmas te pasas ya a la novela policiaca…  

—Bueno, esta novela tiene dos partes muy diferenciadas, centradas ambas en una universidad estadounidense. La primera parte continúa la dinámica realista o costumbrista de Castilla o los veranos, hasta que el misterio y el crimen irrumpen en la segunda parte y a partir de ahí sí podemos decir que se trata de una novela de misterio.

—Por cierto, ¿qué diferencias hay entre novela de misterio, policiaca, negra y thriller?

—No soy un fanático de los nombres, pero sí me gusta dejar las cosas claras. Será mi inclinación docente. En Un crimen otoñal, mi penúltima novela, hablo de estas distinciones. No son importantes, la verdad, porque todo reside en que la obra sea buena y el lector disfrute con su lectura… Los calificativos no añaden valor a la novela. Sin embargo, observo que las editoriales utilizan estos términos de manera bastante arbitraria y pueden generar ciertas dudas o confundir a los lectores. Novela de misterio es eso: la historia que se lee está asentada sobre un misterio que hay que solventar, desde un asesinato hasta un robo, o un secuestro, una violación… Según cómo el autor haya desarrollado este misterio, y su solución empiezan a aparecer las distinciones. Algunas son muy obvias y de sentido común: policiaca, si aparece un policía; detectivesca, si aparece un detective que, normalmente, es un investigador privado o una especie de amateur. Desde hace unos años se ha ido generalizando la denominación de novela negra y hasta algunas editoriales incluyen en sus catálogos a Agatha Christie como novela negra. ¡De risa! No hay espacio aquí para hablar de los diversos grupos o subgrupos, por eso me permitirás que haga algo de autopromoción e invite al lector a acudir a Un crimen otoñal, publicada por Grupo Tierra Trivium. Aparte de que se divertirán mucho con su lectura, aprenderán.

—Son los estilos más extendidos en estos momentos… ¿Crees que es eso lo que demandan los lectores?  Tal vez nuestras vidas son los thrillers que van a dar en la mar, que es el morir…

—Decía Borges, defendiendo la novela de misterio o policial, como él la llamaba, que en un tiempo de caos era la única forma de mantener un orden. Como lector busco en las novelas lo que no me da la vida: tranquilidad, orden, estructuración y, al final, una resolución satisfactoria de los conflictos planteados… Es decir, todo lo contrario a la vida, que es un cúmulo desordenado de caos, casualidad, azar e intranquilidad. Por otro lado, las editoriales son empresas que se dedican a ganar dinero. Y es lo normal… No se lo reprocho. Si han visto que las historias de este género se venden, es lógico suponer que insistan en ellas. De todos modos, se publican los suficientes libros en este país para que el lector tenga donde elegir. Basta con acudir a una librería para advertir que la oferta es inmensa.

—¿Es posible que a tu novela Puzle de sangre le tengas un cariño más especial?

Vaya pregunta, Rober! Es como si te dijeran que eligieses a tu hijo preferido… Les tengo cariño a todas mis novelas. Sí es cierto que algunos momentos de estas novelas los prefiero sobre otros, porque me costaron más de escribir, o me costaron menos, o los escribí en un momento especial… En lo que respecta a Puzle de sangre se dieron varias condiciones que la hicieron diferente. La primera, y más importante, es que fue una novela escrita a cuatro manos junto con mi amigo Mario Martínez Gomis. ¡Y nos divertimos tanto! Además, el experimento salió tan bien: se vendió mucho, gustó muchísimo y los críticos la propusieron para el premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana. También sucedió lo mismo con Morirás muchas veces, por cierto. De hecho, ahora estamos acabando Mario Martínez y yo una nueva novela también escrita al alimón.

—Todos los escritores coinciden en que para escribir hay que leer mucho. ¿Cuánto lees Pepe?

—Muchísimo, quizá demasiado… porque mucho del tiempo que invierto leyendo no escribo y por eso a veces se me siento mal porque me gustaría escribir más. ¿Quieres una cifra? ¿Sí? El año pasado leí 149 libros. A 1 de agosto llevo leídos 68 libros. ¿No te lo crees? Pues es verdad…

—Para esa impresionante cantidad hace falta una velocidad de lectura importante.

—Calculo que en invierno, otoño y primavera, es decir, mientras estoy trabajando, leeré unas 70 u 80 páginas al día. En verano, durante las vacaciones, puede alcanzar el doble. Hubo días en que leí una novela de Simenon por la mañana y otra por la tarde… Ya te lo dije, me encanta leer y siempre que tengo ocasión lo hago.

—¿Qué lees?

—De todo: novelas de todos los géneros. Hoy he terminado Músika, una novela de Javier Azpeitia, publicada en Tusquets, que me ha encantado y que recomiendo a todos. Poca poesía, sí es cierto. Pero también leo ensayos: el último, Crítica de la razón paranoide, de Gallo, que también me ha parecido muy interesante. Y teatro, que me apasiona. No en vano soy doctor en Filología Hispánica por una tesis doctoral sobre Alfonso Paso. ¡Ah, y novela juvenil! Necesito buscar títulos que luego recomendar a mis alumnos. Y hay algunas obras muy interesantes como, por ejemplo, la trilogía de Mentira, Verdad y Miedo, de Care Santos, que me prestó una alumna y que he disfrutado muchísimo.

—Qué es lo que no leerías nunca ni aunque te amarraran…

—Nada… Lo leería todo si me pusieran una pistola en la sien, la verdad. ¿Y tú no?

—Cuando a mí me pasaba de niño me tiraba hacia las colecciones de novelas “de a duro” de Clark Carrados o Lou Carrigan, ese Pulp Fiction a la española…

—Recuerdo a mi abuelo materno leyéndolas, aunque a él le gustaban más las del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Lo cierto es que dispongo de una surtida biblioteca que es difícil que se termine, porque también soy un gran comprador de libros. Además, hay bibliotecas y, para rematar, plataformas de libros digitales donde abonándote tienes a tu disposición miles de títulos. Ahora y aquí, quien no lee es porque no le da la gana.

—Veo que eres lo que se ha dado en llamar un erudito. Eres Doctor en Filología Hispánica y tus artículos y ensayos académicos son constantes. ¿Crees que cuidamos nuestro idioma como se merece?

—¿Crees que nuestro idioma se merece que lo cuidemos? Ja, ja, ja… Era broma, pero es que me apetecía darle la vuelta a la pregunta. Verás, no solo aquí, en todos los país siempre hay gente que piensa que el idioma (este, el de nuestro vecino, el de más allá) está descuidado… Cualquier filólogo te dirá que el idioma se comporta como un ser vivo que nace, crece, se reproduce y acaba muriendo… Aunque esa muerte, salvo en casos muy extremos, que los hubo (por ejemplo, el dálmata), es más bien un nuevo nacimiento: el latín renació en las lenguas romances… El inglés y el español están ahora en un momento álgido porque cada vez son más los que lo emplean y, por tanto, son también más las posibilidades de que se reproduzca con más variantes. No me asusta eso: como dijo Aristóteles, no hay vida sin movimiento. Iba a decirte que no soy ningún erudito, pero claro, después de citar a Aristóteles… Jejeje.

—Pepe, el lenguaje inclusivo, como filólogo y experto en la materia. ¿Qué te parece?

—No solo aquí, en el mundo occidental en general se está produciendo desde hace unos años una fenómeno curioso, que no me gusta, y es que todo se politiza. La política aparece en todas partes. Me resulta absurdo que un político, que seguro que no es filólogo, se ponga a discutir con los especialistas… Se cree que por usar algo ya lo conoce. Mira, estoy utilizando el mismo corazón más de medio siglo y no tengo ni pajolera idea de cómo funciona y, desde luego, no se me ocurriría ponerme a discutir sobre ello con un cardiólogo. ¿Por qué la gente se cree que por el hecho de usar una lengua, no solo la conoce, sino que, además es especialista? Hay mucha tontería, unida a los avances de internet y su dios Wikipedia, que parece que nos ha convertido en sabios. Confundimos estar al día con saber, que son dos verbos totalmente diferentes… El lenguaje inclusivo me da igual. Si un usuario quiere emplearlo que lo haga, como si quiere hacer el pino puente. Lo que me parece absurdo es que, apoyándose en la libertad y la igualdad, se impongan usos y costumbres. Es una contradicción como una catedral. Verás, el lenguaje se parece a los alumnos de Secundaria. Es una gracia que les hago a mis alumnos: se rigen por la ley del mínimo esfuerzo. Así que el tiempo, que es el que a la postre crea el lenguaje, será quien deje las cosas en su justa medida.

—¿Te imaginas a Sam Spade diciendo “chiques” o “matria”?

—No sé si Spade lo diría, entre otras cosas porque sinceramente no tengo ni idea de qué significan estas palabras y es la primera vez que las escucho. Este lío forzado con el lenguaje lo advertí ya en 1995. Estuve unos meses en Estados Unidos y, lo que son las cosas, el mensaje inclusivo y supuestamente machista estaba en el candelero. ¡Imagínate! Eso es hilar muy fino porque el inglés carece de género. Pero quiere buscarle los tres pies al gato termina encontrándoselos. Recuerdo que se discutía para cambiar woman (mujer) por woperson, aludiendo que contenía el morfema “man” (hombre). Han pasado más de 25 años, estoy viendo los Juegos Olímpicos de Tokio y siguen poniendo Women… Al final, como te dije, el tiempo coloca las cosas en su sitio.

—¿Hablaria así el inspector Duarte?

—El inspector Duarte es un personaje al que aprecio mucho. ¡Qué menos después de tres novelas como protagonista! De momento, me quedo en estas tres que, por cierto, en breve estarán ya en formato de audiolibro.

—Entre ensayo y ensayo, escribes crítica literaria. ¿Crees que son distintas las críticas de aquellos que escriben de aquellos otros que no escriben?

—Deberían serlo, obviamente. El novelista puede hallar detalles en las obras que un crítico no novelista no encuentra, o se le pueden pasar. Pero imagino que también será al revés: el crítico no novelista es, en ese sentido, más “inocente”, en el buen sentido de la palabra. Desde mi experiencia te diré que he procurado no realizar nunca ninguna crítica negativa… Prefiero no hacer crítica. El silencio es también un modo de opinar tan estridente como los gritos.

—¿Crees que los españoles en general somos muy malvados en nuestras críticas y que se critica sin conocimiento?

—No sé si los españoles nos destacamos sobre los demás, porque desconozco la crítica de otros países y otras lenguas. La ignorancia crea valientes. Los conocedores, de cualquier cosa, suelen ser los más comedidos.

—Como pasa en el fútbol: todo el mundo opina. Por cierto, y hablando de fútbol, todavía no he entrevistado a nadie del Madrid. Tú eres alicantino y allí hay mucha afición merengue…

—No me interesa el fútbol ni, en general, ningún deporte. Desde pequeño en mi casa hemos sido del Athletic de Bilbao… pero hace tiempo que no sigo los partidos ni los veos a no ser que juegue la selección nacional. Cuando se habla de fútbol siempre me acuerdo de una cita de Jardiel Poncela: “El fútbol es el bacilo de la guerra civil”. Exagerado o no… a veces lo parece, no me dirás que no.

—Por lo menos, prométenos que te vas a comprar un móvil o, que al menos, va a revisar a las palomas mensajeras que te lleguen a casa por si alguna lleva un mensaje nuestro.

—Jejejeje. Tengo móvil… pero no es inteligente. Porque la verdad, puestos a elegir, prefiero ser yo el inteligente a mi teléfono. Tengo un móvil en el coche, por si hay alguna emergencia. Es un aparato antediluviano, o eso dicen mis hijos, que ni hace fotos ni tiene whatsapp. Un móvil de jubilado, lo llama mi mujer. Cuando los móviles se popularizaron yo tenía 30 años y pensé: si pude vivir 30 años sin móvil, ¿no puedo vivir 30 más?

 

 

Autor de la entrevista: Roberto Míguez

Publicada en: `A la contra´:

José Payá: «El año pasado leí 149 libros. A 1 de agosto ya llevo leídos 68…»

 

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